Desde Greenpeace —y gracias a tu apoyo— llevamos más de una década trabajando para conseguir este cambio, pero seguimos pensando que esta ley por sí sola no resuelve el gravísimo problema de contaminación por plásticos y gestión de residuos que tenemos en nuestro país. Por delante queda un largo camino que hay que recorrer urgentemente para alcanzar una verdadera economía circular.

Lo mejor de esta ley:

  • Por fin podemos disfrutar de un sistema de devolución y retorno de envases (SDDR) como hacen en más de 40 países de todo el mundo.
  • Se han prohibido algunos utensilios de plástico de un solo uso como pajitas, cuberterías de plástico, bastoncillos de los oídos, etc.
  • Podremos disfrutar por fin de agua del grifo en bares y restaurantes, sin tener que consumirla embotellada.
  • Se tendrá que pagar un canon a nivel estatal por el vertido y la incineración de residuos para intentar desincentivar estas dos técnicas, que son las dos formas mayoritarias de «gestión» de residuos en nuestro país.

Pero como decimos, la ley tiene algunos puntos negativos y ha dejado pasar oportunidades importantes.

Lo mejorable:

  • No hay objetivos ambiciosos de reducción. Sí se habla de reducir, como en todas las leyes, pero son pasos demasiado pequeños dada la gravedad de la situación que tenemos ahora mismo de contaminación por estos residuos a nivel estatal y mundial.
  • La implantación del SDDR es un logro, pero se dilata demasiado en el tiempo. Seguramente no podremos disfrutar de este sistema hasta avanzado 2027.
  • Se sigue apostado por el reciclaje como medida para solventar el problema que tenemos con los residuos, pero sabemos que no es suficiente.
  • No se contemplan tasas e hitos temporales para generalizar los envases reutilizables, que sería realmente una de las medidas más importantes, más que el propio reciclaje.